Durante su larga carrera cinematográfica, el actor de origen británico Ray Milland frecuentó todos los géneros, protagonizó grandes títulos en cada uno de ellos y dirigió varias películas algo olvidadas hoy que sin embargo han resistido muy bien el paso del tiempo.
El western A
man alone, modesta producción Republic de 1955, es la mejor de todas
ellas, y resulta interesante compararla con California, una gran
producción de la Paramount dirigida por John Farrow y protagonizada por Milland
en 1947. Ambas son películas extrañas, no porque vayan a contracorriente del
cine que se rodaba en ese momento sino por introducir en él elementos que las
hacen originales y muy atractivas. California es un western épico en la
línea del cine del cine del Oeste y de aventuras de entonces, algunas de cuyas
obras más valiosas las dirigió Cecil B. De Mille para la misma productora. La
película de Farrow recuerda al mejor De Mille (el de Piratas del mar caribe,
Union Pacific, Buffalo Bill o Los inconquistables) por la
habilidad con la que el relato se integra dentro del contexto histórico en el
que tiene lugar, y en especial por la admirable capacidad de sus directores
para convertir la épica en aventura. A pesar de su espectacularidad, no hay un
solo plano gratuito, y escenarios naturales y decorados, música y fotografía,
secuencias de acción y movimientos de figurantes forman un todo al que la
briosa puesta en escena de Farrow da unidad y densidad. Pero, aparte del hecho
de introducir algunas secuencias utilizando canciones más propias de un musical
que de un western (es el único aspecto de la película que no ha envejecido
especialmente bien), lo insólito de California está en la ambigüedad de sus
personajes principales y de la propia narración, cuyo punto de partida podía
dar lugar a un western con un marcado acento patriótico que, si bien está presente, no
llega a ser molesto en ningún momento (ese acento patriótico es un escollo que no
siempre supo, o quiso, salvar De Mille): lo que empieza como el canto al
esfuerzo de los colonos en su ruta hacia el Oeste, se transforma pronto en
una tensa historia de ambición, traiciones y venganza que anticipa la posterior dedicación de Farrow al cine negro.
Esa ambigüedad es lo único en común de California con A man alone, que, por lo demás, parece el reverso de aquélla. La película de Milland trata un tema habitual en el cine norteamericano de los años cincuenta, el del hombre perseguido dentro de una pequeña comunidad que lo rechaza (eran los días de la caza de brujas del senador Joseph McCarthy), y forma parte de una corriente a la que pertenecen también otros títulos más conocidos como Solo ante el peligro o El hombre de las pistolas de oro, aunque sin su tono clásico y popular. A man alone es, por el contrario, un western oscuro, melancólico y con un aire crepuscular y una ausencia de épica que lo acerca, salvando las distancias, a otras dos películas de medios modestos y grandes resultados, la inolvidable Johnny Guitar de Nicholas Ray y la insólita e inquietante Encubridora de Fritz Lang. Al igual que en ellas, a través de un relato claustrofóbico que transcurre en su práctica totalidad durante la noche, se nos da una visión del Oeste tétrica y desmitificadora. Consecuentemente con su planteamiento (y con su reducido presupuesto), la película se caracteriza por la sequedad y la precisión de los diálogos, la falta de maniqueísmo, la capacidad para mostrar con los mínimos recursos las motivaciones de todos los personajes, y la sobriedad de su puesta en escena. Podemos destacar varios ejemplos del talento de Milland tras la cámara: las lacónicas secuencias iniciales, diez minutos sin diálogos en los que se combina la mirada intrigada del protagonista ante lo que va descubriendo con la mirada del espectador que todavía no sabe nada sobre él (Milland cierra algunos planos con fundidos en negro demasiado bruscos, logrando un efecto desasosegador); su llegada al pueblo en medio de una tormenta de arena (una secuencia onírica, de pesadilla, que recuerda mucho al final de la magnífica Raw deal de Anthony Mann); los sucesivos encuentros entre el protagonista y el personaje interpretado por Mary Murphy (en uno de ellos, es admirable la inserción de dos primeros planos en una secuencia dominada por el plano medio y el plano americano, mostrando así el nacimiento de una intimidad que sustituye a la desconfianza inicial); el encuentro en el interior de la iglesia entre Milland y el villano interpretado por Raymond Burr (Milland aparece oculto tras la sombra y en profundidad de campo, casi como una personificación del complejo de culpa que siente Burr); y el tenso tiroteo del final, digno de los westerns que dirigió Lang y excelente conclusión para una película a recuperar.
11 comentarios:
Pues siéndote sincero no sabía que Milland había llegado a dirigir. La que si he visto es California, o por lo menos me suena de haberla visto tras leer tu estupenda reseña, creo que anda por ahí. De todas formas ahora, al refrescarlas, es un buen momento para descubrirlas y echarles un ojo. Farrow tiene un western que me gusta muchísimo, "Hondo", que rodó a finales de su carrera. Pues gracia por el descubrimiento.
Saludos
Roy
Leyendo este post pensaba que de pequeño cogí manía a los westerns, supongo que como reacción a los muchos que daban en la tele de mi infancia. Luego, hacia los ochenta, descubrí que que el género, con sus reglas tan bien definidas y sus límites tan aparentemente rígidos, era una excelente probeta para que excelentes directores experimentaran con sentimientos y pulsiones universales. Sin embargo, reconozco que la manía infantil pervive y aunque haya visto muchas películas "del oeste", me cuesta individualizarlas en mi memoria.
Por eso no puedo asegurar que no haya visto California o A man alone. Leo tu unteligente post y me quedo con la sensación de que me suenan, pero nada más. En cuanto a Ray Milland, el nombre no me decía nada pero la cara me traía vagos recuerdos. Consulto en internet y, obviamente, lo identifico . En fin, que tengo el disco duro muy desordenado. A ver si veo (o vuelvo a ver) estas dos pelis que reseñas.
Tomo nota, pues salvo las comentadas Encubridora/Johnny Guitar nunca he sido muy de westerns, además siempre los confundo todos.
Boris Grushenko fue el último Allen pre-Annie Hall que me faltaba por ver. Tarde mucho tiempo cuando gran parte de su filmografía ya la había revisado varias veces y cuando la vi me entusiasmó. Tiene un toque clásico salpicado con un tono desenfadado que la hace muy divertida, aunque no te la puedas tomar en serio (algo de lo que siempre se quejó el propio Allen).
Un abrazo!!!
Ray Milland nunca me gustó como actor,porque como Victor Mature, por ejemplo, le veo impostado, pero como director de este caso -¿único, como La noche del cazador de Laughton-, me parece más interesante.
Los westerns , no te lo digo a tí, sino a Miros y los demás comentaristas que no aprecian demasiado el wertern, son como los sonetos, una pauta para hablar de lo divino y humano, como en los dramas de Shakespeare, exactamente igual
Estas películas del Oeste tienen muchos mensajes profundos contra lo que puedan pensar muchos. Saludos.
Me encantan los western, los he visto muchos pero casi sin percatarme quien dirigió o si eran famosos aunque ahora estoy más al tanto, mismo género de terror que he consumido también con avidez. Anoto tus recomendaciones que suenas interesantes. Un abrazo.
La conozco aunque no la he visto (California). El lado ambiguo suele ser interesante, aunque ese otro lado, el patriótico, mucho menos. En este caso por lo que leo es comedido y no resulta patético, cosa que a mí me suele parecer por lo general. La venganza en este género también suele ser un atractivo.
El tema de A man alone, la persecución, promete. Sólo ante el peligro es una maravilla, aunque en ésta no es que lo rechace la comunidad sino que no le ayuda, pero bueno, eso también se puede interpretar como un rechazo. La comparas también con la increíble Jhonny Guitarr y con una que todavía no he visto y me tira mucho, Encubridora. Lo crepuscular en el western suele gustarme mucho. Creo que de ese estilo de las que más me gustan, aparte de Jhonny G, es Duelo en la alta sierra, de Sam Peckimpah.
Me apunto también, desde luego, Raw deal, de Anthony Mann, en cuyo blog de David y Cristina Ciclos de cine hicieron un gran repaso a algunas pelis de su gran filmografía.
Un abrazo, Antonio. Way la entrada ;-D
Poco voy a aportar hoy. No soy de westerns. Me sacas de John Ford y me pierdo.
Leo el excelente post y no se puede opinar porque está descrita de tal manera que solo queda alabarte por ello.
Un abrazo.
Salvo las obras maestras, que las hay muchas, perdí completamente la ilusión por las películas "de vaqueros", y ahora que me doy cuenta coincido al completo con Miroslav. Las sobremesas de los fines de semana me las hicieron aborrecer.
Sí, realmente hubiera resultado muy interesante ver a Ustinov, como Pierre. En lo que respecta al cartel yo no lo veo así, pues en realidad los son como un gran collage, no están pintados a mano, en este caso. Fíjate en los ojos de Audrey, son los mismos que en la foto del final.
Feliz Finde!!!
¡Qué me vas decir de
pelis del oeste!
me las conozco todas
y por multipartida,
yo qué la de veces
que se ven en mi casa,
pero le he tomado el gusto,
un abrazo
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