domingo, 24 de junio de 2012

Juegos de verano (Sommarlek, 1951), de Ingmar Bergman


Juegos de verano narra un doloroso proceso de maduración que se inicia, como es habitual en el cine de Bergman, a causa del  reencuentro de la protagonista con su pasado. Este pasado se nos muestra en la película a lo largo de varios flash-backs que se suceden después de que Marie, una bailarina de ballet cuya carrera artística conlleva un progresivo desgaste físico y emocional, reciba el diario de Henrik, su amante durante un verano que terminó con la muerte de éste. El presente de Marie es sórdido: el teatro es un lugar poblado por personajes frustrados y decadentes, la relación con David, su novio actual, es tensa y cansina, y detrás de la brillantez y el esfuerzo de cada representación están la fatiga y la pérdida de ilusiones de quienes las ejecutan.

El itinerario de presente a pasado se apoya en contrastes aparentes: a la suciedad y el estrépito del teatro, y a la tristeza del paisaje otoñal que Marie encuentra cuando el transbordador arriba a la isla en la que pasó aquel verano, se contraponen el silencio, la luminosidad y la belleza de ese mismo paisaje al comienzo del flash-back que coincide con el comienzo de dicho verano; la insolencia de David cuando entra por primera vez en el teatro contrasta de manera casi violenta con la timidez y la cordialidad que desprende Henrik en su primera aparición al aproximarse a Marie en el transbordador... Pero ese contraste resulta engañoso porque, en realidad, también el pasado dista de ser idílico: pronto vemos cómo detrás de la tristeza que asoma en todo momento al rostro de Henrik subyace la angustia causada por el abandono de su padre y el rechazo por parte de la tía con la que vive. La situación familiar de Marie es algo mejor, pero la cercanía de su tío permite intuir una amenaza que finalmente se materializará tras la muerte de Henrik. Por eso ya durante el verano, cuando ambos viven aislados del mundo exterior en la isla, Marie comienza a crear una suerte de máscara (en gran parte por medio de su dedicación al ballet) que resultará fundamental para su posterior instalación en ese mundo exterior. No sucede lo mismo con Henrik, y por ello es inevitablemente triste la secuencia de trasfondo sombrío en la que cada uno dice lo que va a hacer al cabo de pocos días, cuando el verano toque a su fin: Marie comenzará su carrera como bailarina y Henrik irá a la universidad, pero es fácil intuir que para ella esa carrera pasará a constituir una parte fundamental de la máscara tras la que se protegerá de un mundo despiadado, mientras que resulta significativo el inminente fallecimiento de Henrik, como si no hubiera lugar para él fuera de ese espacio y ese tiempo concretos.

Lo que hace de Juegos de verano una película inolvidable es la manera perfecta en que esta historia sentimental, dolorosa y romántica cobra vida valiéndose de unas imágenes que se mueven con admirable fluidez y sin una sola caída de ritmo entre lo realista y lo simbólico. Las secuencias iniciales son ya un ejemplo modélico de la fluctuación de tonos que recorrerá toda la película: el ambiente del teatro y los diálogos entre Marie y David están mostrados de forma cruda y directa (a destacar la conversación que tiene lugar cuando caminan hacia el puerto, recogida por la cámara con un opresivo travelling en plano medio muy cerrado), pero en la travesía de Marie a bordo del transbordador –una breve sucesión de planos impresionistas del mar, el cielo y el costado de la embarcación relacionados por fundidos encadenados– hay un aliento poético que se corresponde con la melancolía que embarga a la protagonista, a la vez que anticipa el sentimiento de felicidad efímera que impregnará luego cada flash-back dedicado a sus encuentros con Henrik durante el verano. También son fundamentales las dos secuencias complementarias y casi abstractas que, concluidos los flash-backs y clausurada con ellos la vuelta al pasado que han supuesto, nos muestran las  conversaciones en el camerino del teatro entre Marie y el profesor de baile (cuyo rostro, significativamente, está oculto tras una máscara) y entre Marie y David, de modo que la primera conversación proyecta una luz nueva sobre lo vivido por ella hasta entonces, y al mismo tiempo será decisiva en la inmediata que mantendrá con David y en la relación entre ambos.

Pese a que, al contrario que en títulos posteriores, Bergman utiliza aquí un punto de partida característico del cine sueco de la época (el paralelismo felicidad de los amantes/verano, final de la misma/llegada del otoño), Juegos de verano es una película profundamente personal y una de las primeras obras maestras que jalonan la extraordinaria filmografía de su autor.

12 comentarios:

Lansky dijo...

No la he visto, y eso que el cine de Bergman me interesa mucho.

La metáfora/paralelismo del verano/felicidad, otoño/fin de la felicidad es de muchos, porque es real como nuestra infancia y juventud

deWitt dijo...

Ey!! Me gusta esta faceta "crítica-reseñista" y con Bergman, nada más y nada menos. Sin ser un experto en Bergman y reconociendo que debo tener un estado mental apropiado para él, siempre me ha parecido una persona muy interesante, sobre todo tras leer su libro "linterna mágica" en donde descubrí a una persona compleja pero muy atractiva.

No he visto esta película, pero tomo nota!!

Un abrazo

Raúl dijo...

La falta de artificio en Bergman (tan propio, por otro lado, del cine de aquellas latitudes) es sin duda lo mejor de toda su obra.

awacat.es dijo...

Esta peli la vi con una tierna edad y recuerdo pocas cosas de ella. En cambio otras se me quedaron grabadas en el cine de verano al que me llevaban.

Los largos veranos de amores también.

Un abrazo.

MTeresa dijo...

La vi hace tanto tiempo...
esas películas que dejaban
ese sabor agridulce y
servían para formarnos
y proporcionarnos experiencia.
Ha sido glorioso volver a recordar,
gracias a ti,
una brazo

David Cotos dijo...

Que ganas de ver la peli y ademAs repasar el cine de Bergman. Un grande.

Daniel Bermeo dijo...

Antonio,
me gustó la entrada que has hecho. Sobre la pelìcula en cuestión no he tenido el placer de verla, pero Bergman es Bergman y todo su cine, aunque una mas pesado que otro, es de admiración entera.
Me gusta el argumento del film, me parece muy interesante y del estilo de cintas que disfruto.
La tendré muy en cuenta.
Un abrazo.

Mario Salazar dijo...

Me gusta Bergman y pronto voy a abordarlo revisando varias películas suyas para hacer una critica sobra alguna. La que nos presentas suena muy bien entre ese paralelismo que nos mencionas, intuyo que se descubrirán algunos secretos y podemos conocer la psiquis humana, algo marcado en el cine del sueco. Un abrazo.

abril en paris dijo...

Otra que añadir a la lista. El cine de Bergman es distinto tiene su marca indiscutible pero reconozco que aún es poco habitual en mí revisar su cinematografia.

Saludos veraniegos y feliz regreso al paraiso ( tu tierra )

Grillo dijo...

Qué curioso.

Veo que el cine de Bergman interesa a algunos, que su cine es distinto, que Bergman msimo parecía interesante a otros, que la mayoría no ha visto esta peli, que si la falta de artificio, la mentalidad o el carácter sueco, etc.

No voy a negar que ha sido un cineasta célebre, pero me atreveré a decir que sus películas me resultaban empachosas, algo petardas y demasiados mitificadas.

O sea: NO ME GUSTABAN en su día ni las revisaría ahora.

Antonio de Castro Cortizas dijo...

Grillo, aparte de lo mitificado que esté, yo no diría que sus películas son petardas, eso me lo parecen más bien la mayoría de las que hicieron contemporáneos suyos como Godard, Antonioni o Kubrick.

Grillo dijo...

Hombre Antonio, he exagerado un poco, solo un poquito. Será que mi formación en el cine fue muy americana: el cine como entretenimiento en su mayor parte. Y Bergaman era de 'arte y ensayo'. Algo que tal vez no entendía bien en aquellas salas... megaprogres que tú no pudiste conocer en su apogeo por una mera cuestión de edad.

Y para qué decirte lo petardazos que me parecían Godard, Antonioni, Truffaut y aquél Resnais que siempre hacía la misma peli. Kubrik también pisó la raya varias veces.